Los países de la Unión Europea
aprueban un nuevo pacto fiscal para salvar el euro a instancias de un Reino
Unido que se aísla
Tras una semana intensa, el Viejo Continente ha cerrado
una cumbre clave para el futuro de su moneda única, el euro. El pacto alcanzado
por todos los Estados miembros a excepción del Reino Unido, garantiza un mayor
rigor presupuestario – es decir, más austeridad – en las cuentas públicas y
deja en manos del Banco Central Europeo la solución a la crisis de la deuda
soberana.
En los últimos meses Europa ha estado viviendo un
auténtico terremoto que de momento ya se ha llevado por delante a los
ejecutivos de Grecia e Italia siendo substituidos por gobiernos tecnócratas. El
epicentro del seísmo es el gran nivel de deuda pública que acumulan los países de la UE, especialmente los del
sur. A causa de la crisis económica mundial i del alto nivel de paro, el
déficit presupuestario de dichos países se ha disparado y las perspectivas de
acabar con la deuda no son nada esperanzadoras. En consecuencia, la
credibilidad del euro frente a los mercados se ha visto muy afectada, situando
a la moneda única al borde del precipicio.
El próximo presidente español, Mariano Rajoy (centro), a espaldas de Merkel y Sarkozy (primer plano)./DIEGO CRESPO (PP) |
Con el tiempo en contra, la reacción de Alemania y
Francia ha sido decisiva estos días. La canciller alemana, Angela Merkel, y el
presidente francés, Nicolás Sarkozy, se reunieron a lo largo del último mes
perfilando cuales debían ser los pasos a dar durante la cumbre de Bruselas del
pasado viernes. La estrategia de Merkel pasaba por imponer la austeridad fiscal
a toda la zona euro bajo duras sanciones por incumplimiento y por renunciar a
los eurobonos (emisión conjunta de deuda pública). Por su parte, Sarkozy
rechazaba otorgar más poder a Bruselas. La pareja de mandatarios, que ya son
conocidos como “Merkozy”, coincidió en que la decisión debe ser tomada por los
27 países de la UE o, por lo menos, por los 17 de la eurozona.
No obstante, esto supondría crear dos clases diferentes
de Estados miembros. Por esta razón, esta opción fue descartada por los líderes
conservadores continentales durante el Congreso del Partido Popular Europeo
celebrado en Marsella en la víspera de la cumbre de Bruselas. El primer
ministro polaco, Donald Tusk, rechazó de pleno “una Europa a dos velocidades”.
Por su parte, un apocalíptico Sarkozy avisó que si no se llegaba a un acuerdo
la UE “no tendrá una segunda oportunidad”.
David Cameron (centro), mira de reojo a Nicolás Sarkozy. /THIERRY ROGE (Reuters) |
Llegado el día de la cumbre, el primer ministro David
Cameron pedía, a cambio de no ejercer su derecho a veto, no someterse a las
reformas financieras alcanzadas con tal de defender la categoría de capital
económica de Londres. Al no llegar a acuerdo alguno con sus socios europeos, el
Premier británico fue apartado de las
negociaciones (y poco a poco también lo será de la UE) y la reforma se firmó
con el apoyo de los 17 de la eurozona y de los otros Estados miembros. En
resumen, se dio soporte a un nuevo pacto fiscal que, como pedía Merkel,
obligará a las Administraciones a cumplir la “regla de oro” de no superar un 3%
de déficit público o el 60% de deuda. Además también se fortaleció la
coordinación en políticas fiscales y el refuerzo y aceleración de la entrada en
vigor del fondo de rescate permanente (el llamado MEDE). El BCE y el FMI dieron
también su visto bueno sobre las decisiones tomadas en Bruselas y Mario Draghi,
presidente del BCE, prometió mayor implicación.
*Aquesta entrada pertany a un exercici per l'assignatura de Fonts Periodístiques i està redactada des del punt de vista d'un corresponsal d'un diari llatinoamericà.
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